miércoles, 31 de mayo de 2017

III Concurso de tortillas - La fiesta de primavera


Hacer una buena tortilla de patatas es una cosa seria. Y más seria todavía si se trata de hacerla para el concurso de tortillas del Huerto de La Cornisa. No se decide solo cuál es la mejor tortilla de patatas del mundo. Hay algo más, es un honor que solo es comparable a ganar en el Humus Film Festival. Mucha gente lo sabe y por ello no todo el mundo se atreve a participar. Ni Arzak, ni Arguiñano han tenido valor para hacerlo. Se han quedado con las ganas. El pasado sábado 27 de mayo conocimos la mejor tortilla del barrio, osea, del mundo.


Se pelan las patatas, se corta la cebolla (o sin cebolla, oyes), se pone el aceite a calentar, se fríen bien en abundante aceite, se baten los huevos, se mezcla todo, se cuaja por un lado, se da la vuelta y se cuaja por el otro y se acabó. Pero no es solo eso. En estos 9 pasos hay todo un arte, un compendio de sabiduría culinaria ancestral que podría llenar la biblioteca de Alejandría. Cada maestrillo con su librillo, cada maestrilla con su cartilla. Los fogones están a máximo rendimiento, las cáscaras de huevo chascan en los bordes de los platos, las espumaderas recogen cada trozo de patata en la sartén... Es un no parar en las cocinas del barrio de La Latina.

Un helicóptero sobrevuela en Puerta de Toledo. Los noticieros se preparan para conectar en directo. Hay acreditados más de 40 televisiones de todo el mundo. Un cura suspende una comunión. Una novia deja plantado al novio en el altar. Autobuses de japoneses colapsan la glorieta de San Francisco. Una columna de las marchas por la dignidad varía su recorrido. Un torero deja de ser torero. No puede haber más expectación. Se empiezan a formar colas interminables desde primera hora. Nadie quiere quedarse sin su trozo de tortilla.


El público se agolpa para conseguir su trozo de tortilla
El jurado lo forma la crem de la crem de la cocina popular. Elena Errante, famosa por cortar nano-trozos de verduras solo visibles con microscopio electrónico, por su ensaladilla y por sus estudios de más de 10 años en los pueblos del río Almonte buscando el origen de la tortilla de patatas; Mr. Albert McLombarda, que se hizo millonario con sus libros “Menudo cuajo que tengo” y “Ten éxito sin hacer ni el huevo”; y la Señora Emilia, conocida por conseguir la reinserción penitenciaria de su hijo el pequeño modificándole su conducta malévola a base de tortillas de patatas.

McLombarda, Elen-rante y Sra. Emilia
Mientras se degustan las tortillas y se ingiere cerveza, algunos cuentan batallas sobre “aquélla tortilla que nos comimos en el año 63 yendo para Calatayud sí que estaba buena”. Una pareja discute acaloradamente y se les oye “la tortilla de tu madre es infinitamente más mala que la de la mía”. Dos señoras analizan si Esperanza Aguirre es hija del demonio o es el mismo demonio.

Ha llegado la hora. La expectación es máxima. La tensión se corta en el aire (ese aire dulzón a cebolla y patata). El jurado va a decir su veredicto. “And de güiner is...” (es un concurso internacional y se dice en inglés)... “¡¡¡¡¡LA TORTILLA NÚMERO 6!!!!!!” (Omelet namber sis)*

Elena, Emila, McLombarda y Sta. SorriBoss

*Nota: La tortilla número 6 se llamaba Florentina. El premio fue recogido por Marta SorriBoss. La señorita SorriBoss es la testaferro y representante en Europa del entramado empresarial SEC (Shaking Eggs Corporation). SEC compró una receta ancestral de tortilla de patatas en Puertollano (Ciudad Real) por una cifra superior a los 2,5 millones de yenes. El nombre del máximo accionista del emporio SEC responde a las sigals de FGB. Mr. FGB vive en las Islas Caimán. Se dice que se le escapó una lagrimilla a la vez que sonreía de felicidad.

Además, hubo un premio concedido por la opinión del dicharachero y sabio populacho. El público soberano dio su fallo a las 15,00 h en punto. La ganadora... la Señora Emilia. Algunos dicen que sus contactos con el hampa local y la camorra siciliana hacen que gane un año más... Habladurías. Quizás tiene más que ver con que lleva haciendo tortillas desde hace más de 60 años y la profesionalidad se hace valer.

Y el resto de la fiesta... Pues se pasó un calor de lo lindo, se siguió bebiendo más cerveza; la chiquillada plantó romeros, aligustres y lavandas en un cacho del parque olvidado (pero que se va a convertir en un vergel); se lo pasaron teta con los juegos preparados por las mentes más preclaras del Huerto...




Y los mayores, demostraron su puntería con los bolos vikingos, ese juego en el que donde se pone el ojo, se pone el palo...


Y como el que no quiere la cosa, se fue poniendo el sol, las conversaciones se fueron apagando y la asistencia fue mermando hasta quedar el huerto tan vacío como cuando comenzó el día. Al año que viene (si las deidades domésticas lo permiten), volveremos.


¡Viva el Huerto Urbano Comunitario de La Cornisa!


Haciendo más bello el parque de La Cornisa



Cientos de japoneses agolpados para comer tortillas

¡Viva el mal, viva el capital!

Bailando swing mientras se juega a los bolos vikingos


Donde se pone el ojo se pone el palo

También hubo momentos para la cultura y la sabiduría de Gloria Fuertes


La juventud

And de gÜiner is...

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