Llobera (a la izquierda) |
Pablo Llobera es una eminencia en el entorno huertil urbano madrileño. Para quien no sepa quién es Pablo os diremos que está entre los 80 mayores expertos mundiales en huertos urbanos comunitarios madrileños; es sin ninguna duda, uno de los dos mejores dinamizadores del correo electrónico de la Red de Huertos de Madrid; es seguramente el más eminente hortelano del huerto del Tablado de la Compostura que acude a las reuniones de la Red; es de fijo, uno de los 4 mejores expertos del proyecto "Ciudad-Huerto"... Además algunas dicen que es muy majo y bien parecido, pero yo en eso no voy a entrar. Sí diré que a ciclista-huertano-urbano le ganan pocos (que eso es mucho). Y algunos dicen que incluso le han visto con el Pequeño Nicolás...
Con este curriculum era normal la espectación generada con su visita no anunciada. Viejecitas, madres y curas del seminario se arremolinaban tras la vaya del huerto para verle de cerca. "Ese era un futbolista de los antiguos, de la Real Sociedad ¡Es Satrústegui!", decía un despistado que estaba por allí. "No hombre, no. Escúchele qué bien habla y qué planta tiene. Debe ser un santo en vida que anuncia la redención de los pecados a través del ecologismo urbano", replicaba un seminarista vestido de gris.
Y el ámbiente en el huerto parecía sacado de una película de Walt Dysney. La gente trabajaba cantando, todo era alegría y del color del arcoiris. Ilusión desbordada; trabajo en unión y fraternidad; amor y diversión.
Manu y Talma reflexionando sobre la filosofía hortícola |
ManuMc, dejó por un día los trabajos físicos y le dio por empezar un tratado filosófico sobre la trascendencia del palet de madera en la horticultura urbana. Se le vio divagar, pensar, debatir argumentos con quien por allí pasaba...
Víctor y su colega (jo, no me acuerdo de tu nombre) agotados de tanto picar desde la mañana, recobraron fuerza y vigor y no cejaron ni un segundo en el tajo, ya fuera dándole a la azada, transportando carretillas... Tuvieron que venir a buscarles porque no eran capaces de dejar de cantar y trabajar...
Y Floren, que con un brazo dolorido casi no podía ni abrir el candado de la puerta, fue ver a Pablo y se construyó del tirón un pedazo bancal lateral, listo para que crezcan felices aromáticas y las mejores flores del barrio.
Y el milagro se obró. Vivi, hija explotada que jueves tras jueves es llevada allí a hacer la interminable zanja del riego, vio el cielo al encontrarse con la luminosa mirada de Pablo. "Échate a un lado, hija". Nadie vio que cavara; nadie vio como se hizo, pero visto y no visto, la zanja estaba hecha. ¡Aleluya!
Vivi, ante el desafío de la zanja |
El milagro se obró |
Incluso Raúl fue bueno esa tarde y repartió felicidad entre unos, otras y más todavía.
Además de todas estas virtudes de Pablo, hay que alabar su sinceridad. Mirándome con los ojos entornados, echándo antes una mirada profunda hacia el ocaso del horizonte, hizo un largo silencio y me dijo con la mano puesta en el corazón: "Cómo mola vuestro huerto. Es la pera. Qué bien se está en él. No sé si será el mejor huerto de toda la Red, pero le da mil vueltas al huerto de Adelfas".
¡¡¡VIVA EL HUERTO DE LA CORNISA!!!
Víctor y su colega, trabajando y cantando sin parar |
Floren, midiendo cada centímetro del nuevo bancal |
La obra de la lateralidad |
Los bancales para los peques |
No hay comentarios:
Publicar un comentario